Área de identidad
Tipo de entidad
Entidades
Forma autorizada del nombre
Comité Central de Milicias Antifascistas de Cataluña
Forma(s) paralela(s) de nombre
Forma(s) normalizada del nombre, de acuerdo a otras reglas
Otra(s) forma(s) de nombre
Identificadores para instituciones
Área de descripción
Fechas de existencia
21 de julio de 1936-1 de octubre de 1936
Historia
Entidad administrativa creada el 21 de julio de 1936 por el presidente de la Generalidad de Cataluña Lluís Companys bajo la presión ejercida por las centrales sindicales anarquistas C.N.T. y F.A.I. que habían capitalizado la lucha obrera en las calles de Barcelona consiguiendo doblegar a los militares sublevados contra la Segunda República Española y en el contexto de la Revolución Española de 1936.
En total, entre julio de 1936 y el 28 de diciembre del mismo año, se organizaron en Catalunya 151 columnas que agrupaban a un mínimo de 40.000 voluntarios. Y su composición ideológica refleja bien la fuerza que cada organización política y social tenía en la retaguardia. Así, Berger expone que el 43% de los milicianos y milicianos estaba afiliado a CNT y el 23% a el PSUC. El resto se dividen entre una fuerza considerable afiliada a ERC i Estat Català, otros al POUM, al Partit Sindicalista, al Partit Democràtic d' Esquerres, al Partit Federal Ibèric y al Partit Democràtic Federal. De hecho, solo 0,6% de los milicianos no tiene afiliación política o con las fuerzas armadas o de orden público.
Especialmente relevante también es el dato de que el 5% de estos milicianos provenían del propio Ejército y de fuerzas de Orden Público que, a pesar de que la Unidad de las Fuerzas Armadas en Catalunya había sido disuelta decidieron enrolarse en las Milicias Antifascistas para luchar contra el golpe de Estado.
Las milicias antifascistas lucharon durante once meses. Once meses en el que voluntarios con escasa formación militar resistieron las embestidas de un ejército regular y profesional. Resistieron como buenamente pudieron con la escasez de material y de crédito. A las carencias de una II República económicamente tocada, se suma que el único dinero que había estaba en el Banco de España y estaba controlado por un Gobierno central que veía con recelos su pérdida de poder político en el territorio catalán y aragonés.
A finales de 1936, sin embargo, todas las fuerzas políticas estaban de acuerdo en la necesidad de militarizar las milicias y tender hacia un Ejército más profesional y cualificado. Berger explica que la cúpula de todas las organizaciones, incluida de la CNT, estaban de acuerdo. Otra cosa es cómo fue recibida la noticia entre los propios milicianos. Era una medida lógica para tratar de ganar la guerra. Nacía así el Ejército Popular de Catalunya, que posteriormente sería integrado dentro del Ejército Popular de la República.
Los comités superiores de la CNT, que controlaban el CCMA, decidieron a mediados de agosto suprimir su funcionamiento, y sustituirlo por un gobierno de la Generalidad más fuerte, cosa que se anuncia el 27 de septiembre. Decidida la supresión del Consejo, se procedió a la negociación de la ampliación del gobierno de la Generalidad para incluir a todas las fuerzas antifascistas y sindicales. La idea era ganar eficacia y evitar la duplicidad de poderes. Finalmente el 1 de octubre de 1936 se auto disuelve, entre otros motivos, por una cierta estabilización de la situación a nivel institucional y la necesidad de reforzar el papel de gobierno de la Generalitat. Algunos representantes del Comité se integraron en el Gobierno de Cataluña.
La disolución del Comité Central de Milicias dejó a la Consejería de Defensa el control teórico sobre las milicias que actuaban en Cataluña, aunque estas continuaron disfrutando de una gran autonomía y siguieron escapando del control de las autoridades.
En total, entre julio de 1936 y el 28 de diciembre del mismo año, se organizaron en Catalunya 151 columnas que agrupaban a un mínimo de 40.000 voluntarios. Y su composición ideológica refleja bien la fuerza que cada organización política y social tenía en la retaguardia. Así, Berger expone que el 43% de los milicianos y milicianos estaba afiliado a CNT y el 23% a el PSUC. El resto se dividen entre una fuerza considerable afiliada a ERC i Estat Català, otros al POUM, al Partit Sindicalista, al Partit Democràtic d' Esquerres, al Partit Federal Ibèric y al Partit Democràtic Federal. De hecho, solo 0,6% de los milicianos no tiene afiliación política o con las fuerzas armadas o de orden público.
Especialmente relevante también es el dato de que el 5% de estos milicianos provenían del propio Ejército y de fuerzas de Orden Público que, a pesar de que la Unidad de las Fuerzas Armadas en Catalunya había sido disuelta decidieron enrolarse en las Milicias Antifascistas para luchar contra el golpe de Estado.
Las milicias antifascistas lucharon durante once meses. Once meses en el que voluntarios con escasa formación militar resistieron las embestidas de un ejército regular y profesional. Resistieron como buenamente pudieron con la escasez de material y de crédito. A las carencias de una II República económicamente tocada, se suma que el único dinero que había estaba en el Banco de España y estaba controlado por un Gobierno central que veía con recelos su pérdida de poder político en el territorio catalán y aragonés.
A finales de 1936, sin embargo, todas las fuerzas políticas estaban de acuerdo en la necesidad de militarizar las milicias y tender hacia un Ejército más profesional y cualificado. Berger explica que la cúpula de todas las organizaciones, incluida de la CNT, estaban de acuerdo. Otra cosa es cómo fue recibida la noticia entre los propios milicianos. Era una medida lógica para tratar de ganar la guerra. Nacía así el Ejército Popular de Catalunya, que posteriormente sería integrado dentro del Ejército Popular de la República.
Los comités superiores de la CNT, que controlaban el CCMA, decidieron a mediados de agosto suprimir su funcionamiento, y sustituirlo por un gobierno de la Generalidad más fuerte, cosa que se anuncia el 27 de septiembre. Decidida la supresión del Consejo, se procedió a la negociación de la ampliación del gobierno de la Generalidad para incluir a todas las fuerzas antifascistas y sindicales. La idea era ganar eficacia y evitar la duplicidad de poderes. Finalmente el 1 de octubre de 1936 se auto disuelve, entre otros motivos, por una cierta estabilización de la situación a nivel institucional y la necesidad de reforzar el papel de gobierno de la Generalitat. Algunos representantes del Comité se integraron en el Gobierno de Cataluña.
La disolución del Comité Central de Milicias dejó a la Consejería de Defensa el control teórico sobre las milicias que actuaban en Cataluña, aunque estas continuaron disfrutando de una gran autonomía y siguieron escapando del control de las autoridades.
Lugares
Estatuto jurídico
Funciones, ocupaciones y actividades
Mandatos/fuentes de autoridad
Estructura/genealogía interna
Contexto general
Área de relaciones
Access points area
Occupations
Área de control
Identificador de registro de autoridad
Identificador de la institución
Reglas y/o convenciones usadas
Estado de elaboración
Borrador
Nivel de detalle
Básico
Fechas de creación, revisión o eliminación
Idioma(s)
- español
Escritura(s)
- latín
Fuentes
Consulta en la página oficial Fuentes para la Historia del Anarcosindicalismo en Catalunya. Recuperado http://cgtcatalunya.cat/memoriahistorica
Consulta en la página oficial de Wikipedia. Recuperado desde https://es.wikipedia.org
Consulta en la página oficial de Wikipedia. Recuperado desde https://es.wikipedia.org
Notas de mantención
Autor: Víctor Pérez Cruz.